Sunday, August 7, 2011

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dias 22 y 23_Vuelta a Rumanía


Sábado 6 de Agosto. Regresamos al principio. Nuestra ruta establecida en el plan al inicio del viaje era volver al punto de partida (Bucarest) para poder tomar el vuelo de regreso a Madrid. Sin embargo, no teníamos claro cómo sería exactamente.

Había varias posibilidades. Todas comenzaban desde Szeged, nuestro último destino planificado en el tour de Hungría. Szeged es una importante ciudad del sureste del país, a escasos kilómetros de la frontera con Serbia y destino de muchos universitarios que le dan mucha vida y ambiente, excepto en verano cuando se queda relativamente desierta y apenas ocupada por unos pocos turistas (principalmente nacionales) que vienen a visitarla y a disfrutar del festival de teatro al aire libre durante los meses de julio y agosto. Habíamos pensado en quedarnos dos noches aquí pero, sinceramente, ni el hotel ni la ciudad eran merecedoras de estar más de un día.

Una de las posibilidades que manejamos fue subir a la ciudad de Kecskemet y desde allí ir a visitar el Parque Nacional de Kiskunsagi, donde según la guía se podía ver un espectáculo de "rodeo" a la húngara . Esta zona del país es una vasta planicie donde abundan extensísimas parcelas de cultivo y granjas. A pesar de que Szeged está en esta zona, está muy al sur de la misma y parece haber perdido parte de ese espíritu. Sin embargo, de lo que sí pudimos disfrutar es de un último paso por el Danubio en nuestro viaje en bus desde Siofok.... un último vistazo a nuestro compañero durante gran parte del viaje. Cuídate mucho amigo!

Sin embargo, desechamos la alternativa de seguir más tiempo en Hungría porque el viaje posterior a Bucarest desde Budapest era de 15 horas y no había sitio disponible en el coche cama. Así que decidimos partir el viaje de regreso a Bucarest en dos partes para garantizarnos dormir en cama y no en asiento duro (que aunque sea de primera, no es cama...). Por eso, pusimos en marcha el plan B. Este consistía en cruzar el sábado a Rumanía y hacer parada en Timisoara. Desde allí, viajaríamos el domingo a Bucarest en tren en "sólo" ocho horas de viaje.

Por eso, el sábado tomamos el tren de las 5 de la tarde desde Bekescsaba directo a Timisoara. El paso de frontera fue más plácido que en otras ocasiones. En este viaje se ha dado la curiosidad de que hemos entrado en Rumanía por tres medios de transporte: avión (al inicio del viaje), en bus desde Varna (Bulgaria) y ahora en tren desde Hungría. Vamos, que se puede decir que hemos puesto bien a prueba la capacidad de los rumanos de cuidar su frontera! :)

La salida de Hungría me deja un regusto agridulce... El segundo por Budapest, la mejor ciudad de todo el viaje. Sigo pensando que me gustaría volver más veces porque realmente vale la pena como destino de puente o fin de semana largo, con una buena oferta de billetes de avión y, claro, siempre quedándonos en nuestra "joyita" de hotel de nuestro amigo Albert. Pero sin embargo el país en sí no guarda grandes joyas aparte de su capital. El lago Balatón es un buen destino turístico para nacionales y vecinos (principalmente alemanes), pero como destino de veraneo sinceramente hay costas mucho mejores en el mundo. Probablemente Pecs defraudó por la lluvia, pero Szeged realmente tiene poco interés. Los otros destinos interesantes (el meandro del Danubio y Eger-Tokaj) son visitables en ida-vuelta desde Budapest. Sinceramente, creo que hay más que visitar en Rumanía (Transilvania es un must) e incluso en Bulgaria (la costa del Mar Negro tiene pasajes impresionantes, menos Varna!).

Ahora afrontamos el último tramo del viaje. Mientras escribo estas líneas termino mi enésima limonada en Timisoara, antes de tomar el tren destino a Bucarest. Aquí llegamos ayer sábado de noche. Después de una relativamente cómoda noche en nuestra pensión, esta mañana nos hemos levantado pronto a caminar por sus calles.

No sé por qué pero Timisoara ha sido una ciudad cuyo nombre siempre he recordado y asociado con Rumanía, después de Bucarest. Probablemente sea porque aquí se inició la revolución de 1989 que terminó con el régimen de los Ceaucescu y probablemente ocuparía titulares y portadas. Aunque también me viene a la mente por un partido de fútbol contra el atleti en la copa de la UEFA.... qué raro no?? En fin, la verdad es que la reconocida como "Primera Ciudad Libre" del país guarda un casco histórico con pintorescas plazas (Unirii, Victorei..) y una iglesia ortodoxa bastante interesante. Pero siguiendo el ejemplo de Constanta y Bucarest, también guarda un paisaje oscuro de antiguos edificios importantes ahora algunos abandonados o en pésimo estado. Tal y como dije de Bucarest, parece que el espíritu de la ciudad y de sus habitantes sigue afectado por su triste pasado reciente.

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dias 18 y 19_ El lago Balatón

Nuestro punto de recarga en Hungría

Link

Dentro de nuestro plan de viaje, teníamos marcados dos puntos gordos de "veraneo", entendiéndose como tal a un período de inacción, de descanso, relax, darse unos baños y tomar el sol para poder recargar las pilas con vistas a nuevos destinos más ajetreados. Uno fue la costa del mar negro en Bulgaria; el otro, el lago Balatón en Hungría.

Con casi 80km de largo, el lago Balatón es la mayor extensión de agua dulce del centro de Europa. Un magnífico entorno natural que, en verano, se convierte en un avispero de turistas con ganas de vacaciones. Dependiendo del lugar del lago, existen varias alternativas para disfrutar esta zona.

Por un lado Siofok, también conocida como la "Ibiza de Hungría". Sin duda este sobrenombre y lo que significa (resorts sobreocupados con paquetes familiares de pensión completa, fiestas, raves, juerga hasta las tantas, etc...) no nos atrajo mucho desde el principio, así que decidimos pasar de largo de esta parte del lago en nuestro viaje en tren desde Budapest; sólo paramos aquí para salir en dirección a Rumanía (con parada en Szegen). Por otro lado, están los que gustan recorrer toda su extensión en bicicleta y plantar la tienda de campaña en sus numerosos campings al lado del lago, que unido con el calor y la humedad reinante hacen una combinación perfecta para tener interesantes "veladas" con animosos mosquitos y abejas locales.

Por último, estamos los que preferimos elegir un destino más tranquilo y pernoctar en alguna de sus numerosas pensiones. Nosotros nos decantamos por Kezsthely, un pueblecito en la esquina más suroeste del lago; además de tranquilo (incluso excesivamente tranquilo por no decir por las noches algo muerto la verdad), su ubicación era perfecta para visitar en coche la ciudad de Pecs, de la que os hablaré en otro capítulo. Aquí conseguimos habitación en la cómoda pensión Tokajer, formada por tres casas de tres plantas cada una y dirigida por una amable pareja local. La mujer hablaba un inglés cómico y limitado pero suficiente para lo que necesitábamos. Aparte de la habitación y la conexión wi-fi a internet (uno de los mejores inventos de la historia junto con los smartphones), también nos explicó todas las facilidades y servicios a coste cero como las bicis, el billar, la mesa de ping-pong, las saunas y los jacuzzies. Un lujo que desgraciadamente apenas pudimos disfrutar el primer día porque en los dos siguientes no paramos. Pero esto daba una idea clara de lo que se puede hacer en una semana por aquí: disfrutar de la naturaleza, ocio y relax.

Después de alquilar nuestro coche (todavía me pregunto como fuimos capaces de entendernos con una farmacéutica que solo hablaba húngaro y alemán....), el primer día salimos a visitar la parte este del lago. En esta zona son famosos los pueblos de Tihanny y de Balatonfured. El primero está situado en una península con forma de lengua que entra en el lago, permitiendo el cruce del mismo en ferry y en poco tiempo. Por aquí pasamos sin pena ni gloria, ya que la parte más fotográfica del mismo estaba ocupada por un resort privado. Sin embargo, sí que pudimos disfrutar de Balatonfured. Aquí pudimos caminar por su renovado paseo "marítimo" al más puro estilo "Puerto Banús", con veleros de gama alta y cafés chic, así como decenas de puestos y tiendas para practicar el "shopping". Después de disfrutar de un buen café helado y ver a los glotones cisnes de la zona, regresamos para disfrutar de unas horas de baño en los baños termales de Heviz. Al norte de Kezsthely, su joya turística es un lago natural creado por un cráter y con un manantial en su parte inferior que expulsa nada menos que 80 millones de litros de agua caliente al exterior. No es una broma, pero tanto el agua como el barro depositado abajo son ligeramente radioactivos. Esto es incluso una de las razones que hayan hecho a este sitio un atractivo para tratamientos médicos naturales contra varias condiciones médicas (huesos, etc....).

El último día lo dejamos para visitar la ciudad de Pecs. Cuna del florecimiento del cristianismo en el s. IV d.C en estas tierras así como de la primera universidad húngara, también fue bastión importante del Imperio Otomano cuando dominaba estas tierras. Una imagen muy clara del paso de religiones y culturas es su iglesia-mezquita situada en el centro de la principal plaza de la ciudad. Reformada durante siglos de gobierno por distintos bandos, desde hace años ha sufrido una última renovación para dejarla con su planta inicial, su techado interior exquisitamente decorado y un toque en la parte exterior del mismo con una luna y una cruz. Siendo optimistas, podemos decir que es un buen ejemplo de la alianza de civilizaciones.

Sin embargo, la lluvia no nos dejó disfrutar demasiado de las atracciones de la ciudad de Pecs. Pero hay que reconocer que en este viaje la lluvia nos ha tratado realmente bien. Como si estuviéramos escapando de ella, sólo nos encontró en nuestro viaje de Rumanía a Bulgaria y aquí; es decir, dos días lo cual realmente es una suerte teniendo en cuenta todo el tiempo que hemos estado viajando.

Wednesday, August 3, 2011

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dia 15 - Budapest

Budapest, Buda y Pest. Tres ciudades en una.

Budapest es la capital de Hungría y núcleo urbano principal del país. También centro político y administrativo. Con una población de más de millón y medio de habitantes, es la ciudad de este viaje por Europa del Este que más ha destacado por varias razones: por sus avenidas, parques y edificios, sus baños termales, su estilo, su historia, el alojamiento y la comida que hemos disfrutado también. Después de dos semanas de viaje por países con un "exotismo" propio como Bulgaria y Rumanía (para lo bueno y para lo malo), llegar a Hungría ha sido como reencontrarse con estilos de vida más parecido a lo que estamos habituados en Madrid, más occidental. Probablemente haya sido una buena elección llegar aquí como último destino del viaje, como una manera de ir recobrando la rutina diaria.

Buda es una ciudad separada de Pest no solamente de manera física por el Danubio sino también por un cierto toque Oriental. Parece que es la que mejor ha conservado la semilla depositada por las tribus mongolas de los unos o por el Imperio Otomano. Este estilo no-occidental se conjuga con un aire bohemio que le dan sus edificios algo menos exuberantes y sus pequeñas calles alrededor del lugar más histórico de la ciudad, el castillo de Buda. Situado estratégicamente en la colina más cercana al Danubio, alberga unas murallas y miradores muy bien conservados así como la imponente iglesia de Matthias (a la que no pudimos acceder porque estaba reservada para un concierto que se iba a ofrecer esa misma tarde) y la mole de cemento que es el antiguo palacio real, ahora transformado en museo de Arte y de Historia. Desde aquí se accede a vistas interesantes de la ciudad, tanto del río y del lado de Pest como de las colinas de Buda, el pulmón verde (pero urbanizado) de la ciudad. Sin embargo, para los que este artículo os esté animando a visitar la ciudad, un consejo: no os quedéis solamente con las vistas desde el castillo y animaros a subir a la antigua ciudadela de la ciudad. Está situada en una colina más elevada que la del castillo, justo después de un parque con un paseo empinado pero muy entretenido (también hay bus y taxi). Aquí están sin duda las mejores vistas de la ciudad, una panorámica de casi 360º con conjunto arquitectónico dedicado a La Libertad y desde la que se puede divisar perfectamente toda la capital, junto con la inmensidad del río Danubio.

Por último, la ciudad de Pest. Epicentro político con su magnífico edificio del Parlamento de Hungría, es sin duda la parte más urbanita y "fashion" de la ciudad. Sus amplias avenidas y sus edificios de aire burgués le dan un aspecto más organizado y ecléctico. Un lugar que tiende mucho a ciudades más occidentales como París y Londres. Dispone de una gran variedad de centros de ocio, calles peatonales de compra de artículos de todo tipo (eso sí, muy pobre en la parte de souvenirs) y una gran variedad de restaurantes, cafeterías y locales de fast-food. Como principales monumentos, aparte del Parlamento, alberga la gran basílica de Szet Isván (San Iván?) así como el barrio judío y la Gran Sinagoga. También nos ha albergado a nosotros, dicharacheros viajeros con botas de montaña y cara (y olor) de no haber parado en varias semanas. Aquí es donde hemos encontrado sin duda el mejor acomodo de todo el viaje, en el hostal Kapital Inn. Una perla en Pest regentada por Albert, un joven húngaro con un perfecto inglés y muy detallista en todo lo que sea para sentirnos a gusto en su casa. Totalmente recomendable para parejas con ganas de una escapada por esta ciudad. El hotel se encuentra a unos metros del Instituto Cervantes (mera pero divertida coincidencia) y de una de las estaciones del metro, conectada directamente con las estaciones de bus y tren que nos han servido para conocer los alrededores de la ciudad. También se encuentra cerca del edificio (con el clarificador nombre de Museo del Terror) dedicado a las víctimas del telón de acero que aisló al país y a sus habitantes durante cuatro décadas. También se encuentra un pedazo del muro de Berlín y, muy cerca, la cafetería Lukacs que en su día sirvió de cuartel general de la temible policía política del país.

Después de cuatro días y tres noches termina nuestra visita a Budapest. Tres ciudades en una, tres maneras de entender la vida, tres formas de describir un destino que sin duda nos ha enganchado y al que seguramente volveremos (una escapada de fin de semana con alguna oferta de billetes vale mucho la pena). Budapest, la capital de un país, Hungría, que ha decidido tristemente olvidar la influencia histórica de Asia y que se dirige irremediablemente hacia un estilo de vida más occidental. Nunca es buen olvidar tus orígenes porque así pierdes tu identidad, pero parece que es la opción que han elegido.

Por último, un rápido listado de lugares a visitar la próxima vez que volvamos (99,9% seguro):

- Museo de Arte e Historia

- Paseo en bicicleta por la isla de Margaret

- Barrio judío y Gran Sinagoga

- Iglesia de Matthias

- La casa del terror

- Cafetería Lukacs

- Colinas de Buda

Saturday, July 30, 2011

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dia 14 - Maramures

Maramures o la alegría de la vida

Muchos de vosotros ya habréis visto las fotos de nuestro tour por la región de Maramures. Si no, a qué estáis esperando?

Para situaros en contexto, la región de Maramures se encuentra al norte de Rumanía, en la frontera con Ucrania. Los Cárpatos y los ríos que la recorren le dan un paisaje y una belleza singular, decorada de manera especial por iglesias ortodoxas de madera y por casas sencillas de techados de madera. Sin embargo, lo que más caracteriza a esta zona son sus gentes y su estilo de vida, lleno de costumbres y tradiciones de hace mucho tiempo, que le dan un aire como si aquí el tiempo transcurriera mucho más despacio que en las ciudades, donde nos hemos acostumbrado a las prisas y a organizarnos las agendas como si cada segundo tuviera una razón especial y perderlo fuera como perder nuestra vida.

Y precisamente aquí es a donde quiero llegar en este blog del día. Ha sido en esta zona perdida de Maramures donde he encontrado un lugar que me ha llenado de sentimientos y energía positiva. Curiosamente se ha tratado de un cementerio, el "Merry Cemetery" (cementerio alegre) de Sapanta.

En este cementerio, por alguna razón en especial, un artista llamado Ion Patras decidió decorar las ornamentaciones de las tumbas con epitafios que, en general, dejan de un lado la tristeza habitual del acto de la muerte y enfatizan los valores de la vida, la esperanza y la alegría por los triunfos conseguidos. Valores que, desgraciadamente, muchas veces perdemos de vista ocupados en nuestra rutina diaria, lastrada por asuntos mucho más materiales. Los epitafios de Patras están escritos en primera persona, por lo que cuando lo lees parece que la persona que ha fallecido está delante tuya explicando qué ha conseguido durante su vida, sus logros o anécdotas que le han ocurrido.

Y yo sinceramente no puedo estar más de acuerdo con Patras. Cuando estáis llegando a estas últimas líneas del blog os propongo algo; os propongo dejar de leer y pensar en cómo os gustaría que Patras escribiera vuestro epitafio. Qué habéis conseguido? Y sentiros orgullosos y felices, porque eso que escribirá Patras os describirá frente a gente extraña durante años. Y se asombrarán de vuestros logros o reirán ante anécdotas gracias en vuestra vida.

Será algo como "Yo, Hugo Calderón, trabajé como ingeniero aeronáutico cumpliendo el sueño que había tenido desde niño. Disfruté de mi tiempo, de mis amigos y de mi familia y viajé por el mundo con el ánimo de conocer nuevos lugares y culturas y de dejar siempre un buen recuerdo de mi paso. Como corredor de maratones he conocido los valores del sacrificio, del desánimo, del compromiso y del éxito por la meta cruzada".

Thursday, July 28, 2011

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dia 13 - De Brasov a Cluj-Napoca


De Brasov a Cluj o como viajar con una bombona de gas

Escribo estas palabras desde la estancia de nuestro tren de Brasov a Cluj-Napoca, acompañado de Melike, de cuatro mujeres más y de una inesperada compañera de viaje: una bombona de gas.
Nuestro plan hoy jueves 28 era llegar a Sibiu al mediodía para visitar la ciudad para posteriormente viajar a Cluj, base de nuestra ruta por Marmures. Sin embargo, los planes se han visto arruinados por el deficiente sistema de transportes en Rumania. Lo que aqui llaman autobuses son realmente minibuses de 15-20pax máximo y en los que en la mayoría impera la ley del "primero que toma asiento, primero que viaja". Y a nosotros nos ha tocado pagar la novatada. A pesar de llegar con 1/2h de antelación y estar esperando en la parada, cuando ha llegado el bus la gente se ha apelotonado y nos hemos quedado sin sitio. "Full, Full!" es con lo que el "amable" conductor nos ha querido ayudar, así que hemos tenido que aplicar plan B. Y el plan B no era otro que pasar de bus y optar por un medio más "civilizado", el tren.

Siguiendo los sabios consejos de mi amigo Mihai, hemos optado por la primera clase en vez de la standard o segunda clase. Con nuestras mochilas, alegres y dicharacheros por haber conseguido plaza en primera y esperando un viaje relajado nos hemos montado en el tren y entrado en nuestra estancia. Y entonces ha llegado "ella". Pesada, envuelta en una misteriosa tela plástica y cargada por una señora de edad avanzada. Con un sonido característicamente metálico, la bombona ha decidido que quería viajar en primera también y en nuestro compartimento. Una de nuestras acompañantes habla español y nos ha explicado que la señora se traslada de pueblo y que se lleva consigo la bombona, que después de tanto tiempo la ha cogido cariño y es cara de conseguir (lo primero es coña, lo segundo imagino que no). Las reacciones ante esta aparición inesperada han sido:

1) Una de las señoras se ha asegurado de que la bombona estaba correctamente cerrada, ha maldecido algunas pocas veces y preguntado a la dueña de la bombona que por qué tenía que traérsela.

2) La mujer más joven ha reaccionado con indiferencia. "Típico de gente de pueblo", habrá pensado.

3) La señora que habla español se ha echado unas risas y nos ha explicado qué pasaba.

4) Melike ha mirado al cielo, ha puesto a parir a nuestra querida Unión Europea (hay que darle la razón porque no poner peros a la entrada de Rumanía y andar con que "si ahora sí, si ahora no" con Turquía -con al menos medios de transporte mucho más avanzados- es para mandar a la UE a freir espárragos) y ha decidido que tiene muchas ganas de visitar Hungría.

5) Por último, yo me he puesto a escribir inmediatamente..... ya tenía materia para mi blog del jueves 28 de julio!

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dia 12 - Transilvania


Transilvania es cuna de miles de libros, películas y míticas historias traídas hasta Occidente, la gran mayoría ambientadas dentro de una gris, oscura y tétrica niebla. Pero detrás de este siniestro manto se encuentra una de las regiones más hermosas y sorprendentes que he visitado nunca, sin duda merecedora de entrar en los "Top Ten" de mis viajes (siempre encabezado por Estambul y que algún día tendré que hacer y que sin duda me costará sudor y lágrimas).

Limitada geográficamente por los Cárpatos (también conocidos como los alpes de Transilvania -con interesantes estaciones de esquí, según la Loly-), por las montañas Apuseni al Oeste y por el río Somesh al norte (frontera con la provincia de Maramuresh), la región de Transilvania ocupa una superficie similar a la de Castilla-León, a todas luces inabarcable toda ella dentro de nuestro viaje de una semana por Rumanía. Está situada en el corazón mismo de Rumanía, al norte de la histórica provincia de Wallachia y de la capital, Bucarest. Sus principales centros urbanos son Brasov y Sibiu al sur y Cluj-Napoca al norte.

A pesar de ser reclamo de turistas ávidos de sangre cinematográfica e infinitas leyendas, lo que hace tan especial a Transilvania son sus paisajes, con inmensos y densos bosques, montañas imponentes, grandes llanuras para cultivo y ganadería. Todo ello decorado con pequeños pueblos pueblos de montaña y villas de meseta con bastante bien conservadas ciudadelas medievales con iglesias de estilo gótico.

Nuestro viaje por Transilvania finalmente se ha quedado en un par de días completos, debido al deficiente estado de la carretera del delta del Danubio hacia Brasov, que nos obligó a estar un día entero de viaje. Hemos visto, por orden: Brasov, Sinaia, Bran, Rasnov, Sighisoara y por último un viaje en tren (con inmejorables paisajes) hasta Cluj-Napoca. En Brasov sólo pudimos hacer un rápido paseo nocturno (con magníficas vistas desde la Torre Negra), ver la plaza principal con la iglesia Blanca y la iglesia Negra y probar algo de su comida tradicional (la mamaliga, una masa bastante densa de trigo con mantequilla, y el kurtosh kalac, un rodillo de harina a la brasa recubierta de nuez y azúcar.

Al día siguiente alquilamos un coche y nos lanzamos a explorar Transilvania, o al menos una pequeña parte. Nuestro primer destino fue Sinaia. Este pueblo montañoso en la carretera a Bucarest alberga cientos de casas con buhardillas de estilo francés y que guardan mucho parecido con cualquiera de las casas encantadas que hemos visto en muchas películas de terror. Pero sobre todo, guarda el castillo de Tepes. Esta residencia de verano del rey Carol I fue construida en el S. XIX y guarda en su interior habitaciones con variados estilos (italiano, francés, mozárabe, turco....), todas ellas con una exquisita decoración (lámparas de cristal de Murano, muebles de madera tallada con máximo detalle, pianos del s. XVI, pinturas de la escuela flamenca y hasta una réplica de una de las fuentes de la Alhambra) y sorprendentemente equipadas con la más alta tecnología (alemana, como si no...) de la época (calefacción, electricidad, ascensores, un sistema de acondicionamiento de aire y hasta un conjunto de tuberías con accesos en las paredes para pasar la aspiradora!). Todo esto lo descubrimos gracias a nuestro guía, muy simpático y atento, con un inglés muy fluido y...... con colmillos!. Cierto como es, hasta una chica que venía con nosotros se lo comentó. Todos nos reímos, incluido él, aunque la chica dejó de reírse cuando el guía le propuso acompañarla en un tour a ella sola por las estancias cerradas al público.

Después del castillo de Tepes, la verdad es que el castillo de Bran queda en un muy segundo plano. Este castillo fue construido en el s. XV, por lo que en cierta medida es lógico que su interior sea mucho más sobrio y exento de la alta tecnología del anterior. Aquí es donde nos encontramos todo el paisaje de la leyenda de Drácula o Vlad Tepes "El Empalador", apodo que se le dio por su curiosa afición a hacer doner kebap con sus enemigos. A pesar de que apenas paró por aquí y de que el autor de la novela que dió fama mundial a su leyenda (Bran Stoker) apenas pasaron por aquí, es cierto que su arquitectura y paisaje casan perfectamente con el aire tétrico de la historia. Y eso claro, ha hecho florecer a su alrededor un próspero comercio de merchandising del "tío de los colmillos".

Después de Bran, atravesando la ciudadela de Rasnov y recorriendo una ondulante carretera, llegamos a nuestro último punto: Sighisoara. En parte por el cansancio de los kilómetros recorridos y en parte porque nos hicieron pagar el acceso a la misma (había una feria medieval y estábamos obligados a hacerlo aunque no quisiéramos participar en ella), el tour por Sighisoara fue rápido y personalmente me decepcionó un poco. Con todo, pudimos admirar la tremenda torre del reloj, hacer parada obligatoria en la casa donde se crió Vlad Tepes (ahora reconvertido en restaurante Casa Vlad-Dracula) y subir por la curiosa escalera cubierta hasta la iglesia gótica de la colina, con preciosas vistas del pueblo y de la meseta que lo contiene.

En resumen, Transilvania es mucho más de lo que conocemos en libros y películas. Un vasto y verde territorio de valles y montañas por las que hacer obligado paso, de atractivos pueblos medievales y de hechizantes castillos. Sin duda me gustaría haber pasado más tiempo. Me he quedado con ganas de visitar Sibiu y de disfrutar más de Brasov, pero sobre todo de hacer una ruta de cinco días por algunas de sus montañas, durmiendo en albergues y disfrutando de sus extraordinarios paisajes.

Hasta la vista Drácula!

Tuesday, July 26, 2011

Cuaderno de viajes: Verano 2011 - Dias 9 y 10 - Delta del Danubio

Buna buna!!


Ya se ha terminado nuestro viaje por el delta del Danubio, una de las mayores extensiones de cañaverales del mundo y la mayor reserva de pelícanos de Europa. Como base de operaciones elegimos el pueblo de Crisan, en el corazón mismo del delta. Hasta aqui solo se puede llegar en lancha o a nado. Nosotros elegimos la primera opción. En Crisan teníamos reserva en el Hotel Delta del Danubio (no se exprimieron mucho la cabeza cuando decidieron el nombre, la verdad). En general la estancia aqui fue buena, la habitación bien preparada y con buenas vistas a uno de los canales y con muuuuuucha tranquilidad, aunque por contra deben mejorar el servicio y la comida.

El primer dia (24.07) llegamos a tiempo de montarnos en la primera lancha rápida y que salía desde Tulcea hasta Crisan. Tulcea es la puerta de entrada al delta, así como puerto de paso de barcos que van a la industrial Galati, más adentro en el Danubio. Este mítico río llega a su fin después de haber cruzado diez países, lo cual dice mucho de su importancia (cultivos, ganados, fuente de energía, político, geográfico....) pero también da una clara imagen de lo castigado que llega. En sus últimos kilómetros sigue sin ser azul, convirtiéndose además en una mezcla de agua, lodos, vegetación, algas, inmensas extensiones de tierra (algunas protegidas y otras aprovechadas para el cultivo), unos cuantos pueblos con poco o mínimo encanto y, lo más importante, grandes reservas protegidas y habitadas principalmente por aves que vienen aquí a pasar su descanso veraniego en sus viajes al norte y de regreso al sur.

Lo que más hemos visto han sido cigüeñas, garzas, patos, gaviotas y pelícanos. Estos últimos son los galácticos del parque: enormes, bastante asustadizos, a quienes parece que les cuesta emprender el vuelo pero que cuando están en el aire tienen un aletear sobrio para después aprovechar sus grandes alas para planear y ahorrar máximo de energías. Estuvimos persiguiéndolos con una pequeña lancha y aunque apenas pudimos acercarnos a menos de 100m, fue lo suficiente como para admirarlos y hacer algunas fotos.

El segundo día (25.07) hicimos grupo con una familia de rumanos de Bucarest. Con ellos fuimos en lancha hasta Sulina, un pueblo de mar donde se encuentra una de las tres desembocaduras del río Danubio. Mi impresión es que no es una desembocadura natural como la del Tajo en Lisboa sino que está artificialmente "retocada" con un canal para facilitar la entrada de barcos. Una pena. En Sulina tuvimos tiempo de pasar unas horas en la playa, bastante natural y tranquila y con el aliciente de poder divisar bandadas de pájaros pasando a ras de mar de vez en cuando. Después la familia nos invitó a comer "hamsie" o sardinas fritas, aunque éstas la verdad es que estaban más bien refritas.

A la vuelta al hotel, después de un merecido descanso, pudimos pasar un agradable rato con nuestros nuevos amigos en una tranquila terraza preparada en su hotel flotante en el río. Gracias a un par de traductores (los niños de la familia, la chica -Irene- hablaba español y el chico hablaba inglés) pudimos aprender algunas expresiones en rumano y medio entendernos con ellos para tener algo de conversación y echarnos unas risas (como por ejemplo que dos de ellos eran polis en Bucarest y que me estaban vigilando.... jeje), así como para probar el "tinto de verano" rumano, que es una mezcla de vino blanco (nacional pero tan caro como el español) y de agua con gas. En Rumanía (como en Bulgaria) se bebe bastante, principalmente cerveza, aunque nuestros amigos abrieron la comida haciendo piña con unas copas de vodka a palo seco (tradición a la que me negué a unirme no sea que luego acabara haciendo tonterías y diera razones a uno de los policías para meterme en prisión).

Y así termina el capítulo del Delta del Danubio. Ha sido toda una experiencia estar en esta zona, disfrutar de la tranquilidad y de las vistas que nos ofrece la naturaleza en este paraje tan singular, único en el mundo. Estar aquí hace pensar en la suerte que tenemos de disfrutar de sitios como éste pero también de la responsabilidad que tenemos TODOS de respetarlo y de cuidarlo, de aplicar en la práctica un desarrollo sostenible y de no matar a la gallina de los huevos de oro.